Cuando se es pobre de más joven, trabajando el agro desde los pocos dias de vida, ayudando a los bueyes a tirar del arau cuesta arriba en ambas direcciones, bajo la ventisca de nieve y con los lobos aullando en la oscura lejania, se aprende a reducir costes como sea, a nunca reciclar si se puede reutilizar.

Lo comento porque, en otra vida en el universo paralelo 2036, estaba a cargo de un pequeño punto limpio, y claro, los toner.

Todos los dias nos llegaban toner de impresora "gastados", y, dada mi naturaleza inquisitiva, y mi poderoso atractivo, siempre los probaba antes de echarlos de verdad a su cubeta correspondiente y... era extremadamente raro que los toner no imprimieran perfectamente.

Pasaron los años, las estaciones, el amor, y nos dimos cuenta(*) que en realidad, patricios y plebeyos, romanos todos, le cambian el toner a la impresora cuando les sale el cartelito de cambiarlo, no cuando se gasta. Es exactamente lo mismo que, cuando te da la reserva, ir a la gasolinera, tirar el gasosil que te queda en el deposito, y llenarlo.

Un llorar y crujir de dientes personal fenomenal, claro, con lo bien que me vendria la pasta.

Y esto, a su vez, lo saco del baul de los recuerdos porque, ahora que me hago pasar por un sencillo oficinista completamente humano, tenemos una impresora para toda la sección, de estas fantasticas que llaman a casa "cuando se acaba el toner". Entre comillas, porque, como ya habreis adivinado, queridos lectores, la maquina de imprimir en realidad lo pide cuando opina que se va a acabar el toner.

Ojo a esas cuatro nuevas letras, que son clave.

¿Cuantos oficinistas de esta parte de la galaxia cambian el toner en cuanto les llega el nuevo en vez de cuando se gasta el viejo? ¿A nadie más le parece un desperdicio alucinante? Por mis partes, nuestra impresora dió el aviso a principios de año y ya estamos en octubre, y tirando todavia con el toner viejo, todos los santos dias: pues tendrán que pasar por encima de mi mohoso verdoso casposo cadaver si algún hipoglúcido intenta cambiar el toner antes de que se gaste de verdad.

(*) No se puede descartar que ya lo supieramos.