Siempre he sido un super-fanboi de Synology: llevo sus camisetas, no me faltan las pegatinas para el coche (sobre todo me gusta la que tiene forma de los dos discos duros enfrentados sobre una luna y un sol naciente) y, naturalmente, me sé todas sus canciones: tengo todos los vinilos comprados y casi todos los 8 pistas.

Cuando llegué a mi trabajo previo, descubrí­ horrorizado que estabamos manchando el buen sentir de la palabra NAS vendiendo unas unidades Lacie que eran una autentica birria. Naturalmente, quizás embrutecido por la situación, alcé mi puño y, gritando "Say no more!", empezamos a vender unas Synologys estupendas.

Era por tanto natural que, una vez que dispongo de liquidez tras montar una estafa piramidal con una moneda virtual blockchain emoticono-de-tio-bostezando, me pillase un fantastico QNAP 231p. Ouch.

La historia de como lo pillé da para otra pelicula de miedo, pero baste decir que a dia de hoy, tras una semana, de momento, no estoy nada seguro de haber hecho bien. La interfaz, que simula un sistema operativo, es problematica, por no decir otra cosa, y no veo claro que tenga aplicaciones compatibles con SmartTV para ver los contenidos. Al menos, tiene Docker y LXC, con lo que quizás me quite la OrangePi.