Conociendo el mundo, hoy: Dallas, Texas (y II)
2008-07-09 23:49:26
Vaya, vaya, que lentos han pasado este par de dias, ¡se me han hecho como dos semanas! ¿Por donde iba mi triste historia? Ah, si, la pitanza.
En America se disfruta de todo tipo de manjares. Filetes, filetazos, un Porterhead ¿era así? que era basicamente un chuletón de casi un kilo, 26 onzacas de puro sucedaneo de vaca Krusty... pero tambien hubo momentos dificiles.
El primer dia, cuando llegué a mi hotel de pastel, vi que habia un Palacio del Sabor a unas miseras 500 yardas hacia el sur, por lo que, en cuanto Iker voló parando el penal italiano y Fabregas enchufó lo que le tocaba, bajé raudo (allí eran las 4 de la tarde, hora localizada) a la calle a zamparme mi merecido BigKingXXLGiganteCocaColaSinYelo. Nada más bajar, a los escasos quince segundos de pisar la calle, un afroamericano me empieza a hablar a voces a unos 10 o 15 metros. Ni guarra de lo que me estaba diciendo, y, por alguna extraña razón, llevaba una acreditación colgando del cuello ??? que supongo era para despistar, en plan cebo.
Le dije que no sabia de que diantres hablaba (diantreision, como dicen ellos) y encaré mi deseado Burger King... y cuando el amigo me vio la abultadisima cartera en mi seductor culete, empezó, alucinamente, a pegar saltos, mover los brazos a lo gorila arriba y abajo, y a gritar, señalandome la cartera un par de veces, que habia visto que llevaba dinero, que si, que lo llevaba ahi detrás.
En ese momento se desataron mis superpoderes, y, en los usé para hacer el bien, en particular, utilicé mi superpoder de hacerme el sueco absolutamente y apretar el paso para esconderme en el Burger, con un estilo y una prestancia espectaculares.
Pero no todo fueron risas y diversión en las comidas del viaje, ni mucho menos. Y no me refiero a que un mozalbete de cincuenta tacos y unos doscientos kilos sentado en un rincón y yo fueramos los únicos que no hablabamos en español de todo el Burger, incluyendo tanto trabajadores como disfrutadores, o la decepción del pollo Popeye, que no era ni remotamente lo que dijera Adam Sandler en Little Nicky, o la absoluta normalidad de las hamburgesas de Wendy's, que, como todos sabeis, es la segunda cadena a nivel mundial, muy por debajo de McDonald's e infinitamente por encima del Santuario De La Triple Whopper.
No, pequeños, no. Hubo un momento en que los lugareños me quisieron bendecir con lo mejor que daba su tierra, que decidieron compartir conmigo su hermosa costumbre americana, y, buas, ni de coña. Yo soy un hombre, Maria Engracia, y por eso, cuando en un restorán típico me quisieron colocar Alligator Fingers les dije, ¡pero socios! Yo no sabia si estaban de broma, y era pollo, pero, por si acaso, no quise mancillar mi cuerpo con esa maldita basura.
Y así termina, de momento, mi relato de mi visita a Dallas, Texas. Creo os lo he contado todo, el gorila, los helicopteros, los fingers de caiman, los cochazos y los filetazos. Solo restan detalles neblinosos en mi mente, como el coñazo que me dio el indio borracho que tuve sentado al lado en el avión, o lo rancio del hotel que habia hormigas por el suelo. Nada, esas nimiedades no merecen la pena, podeis ir en paz.
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